jueves, 3 de mayo de 2018

"DALE UNA BUENA NALGADA AHORA QUE ESTÁS A TIEMPO"

¿A tiempo de qué? ¿A tiempo de golpear a un ser indefenso que no puede defenderse? Una cachetada, una nalgada, un pellizco, un manazo es golpe, por donde quieras verlo es violencia.
La gente se asombra, se enfurece si ven un vídeo de un hombre golpeando a un animalito, golpeando a una mujer, a una persona homosexual o a una persona afroamericana, pero ven a un padre golpeando a su hijo para 'educarlo a tiempo' y ahí si todos le aplauden. ¿Porqué? ¿Qué diferencia hay? El amor no se impone, se gana. El respeto es admiración, no temor. "A mi, mi hijo me respeta porque sabe quien manda", ¡No!, tu hijo te tiene miedo no respeto.
Señora, que su esposo llegue a casa y usted le contesté como él no quiere, entonces él le suelta una cachetada para que vea usted quien manda, al cabo sólo fue una cachetada, a veces son necesarias ¿No? .... ¿Es justificable? ¡Desde luego que no! ¿Porqué en los niños sí? Los adultos sabemos lo que hacemos, los niños están aprendiendo a manejar sus emociones, necesitan amor y paciencia para saber hacerlo, ellos de cierta forma no saben y no comprenden del todo lo que hacen, usted sí.
O bien, usted se considera perfecto por haber recibido golpes, usted es "una persona de bien gracias a ellos", analícelo, pero analícelo bien, porque con el simple hecho de querer educar a sus hijos con golpes permítame decirle que usted está traumado.
La crianza respetuosa no es dejar al niño por la vida hacer y deshacer, significa guiar y acompañar al niño en sus emociones, mostrarle con el ejemplo como aprender a controlarlas, porque a veces nos urge que el niño sepa controlar emociones y ni si quiera nosotros somos capaces de hacerlo con las nuestras. Un niño también es un ser humano, también merece respeto como tú y como yo. ¡Basta ya de criar con violencia, basta de criar futuras personas agresivas, manipuladoras, inseguras, incapaces de resolver sus problemas y las diferencias con los demás sin tener que golpear, gritar o insultar! Y si aún así sigues pensando que es la mejor opción, entonces eres nada más y nada menos que el reflejo de lo que has vivido.
Visto en :Maternidad & BLW México

viernes, 23 de marzo de 2018

EL PEQUESPACIO: OLGA CARMONA, PSICÓLOGA "ADEMÁS DE OPINAR DEBEMOS ACTUAR, SER EJEMPLO"

Afirma que toda la sociedad es responsable de educar a niños y jóvenes y que debemos opinar contundentemente porque somos sus referentes" pero además de lo que decimos ellos aprenden de lo que hacemos por eso debemos practicar con el ejemplo ("...no podemos decirles que suelten el móvil si nosotros no somos capaces de dejar el nuestro").
http://podcastdl.canalextremadura.es/2018-03-17--ELPEQUESPACIO.mp3

http://www.canalextremadura.es/alacarta/radio/audios/el-pequespacio-olga-carmona-psicologa-ademas-de-opinar-debemos-actuar-ser

Ser madre no es lo mismo que ser padre: la biología es políticamente incorrecta por Ibone Olza

La biología de la maternidad lleva camino de ser lo más políticamente incorrecto en estos tiempos. Decir, reconocer, que las mujeres gestamos, parimos, amamantamos, y que los bebés quieren estar con sus madres y en sus brazos significa exponerse a ser tachada de rancia o retrógrada o a recibir otros insultos y descalificaciones varias.
Por eso a veces, como feminista apasionada de la neurobiología, me siento como el niño del cuento que señala que el emperador va desnudo. Es obvio que no es lo mismo ser madre que ser padre, es obvio que nuestra realidad biológica es profundamente diferente, pero ya casi nadie se atreve a decirlo. Queda mal. Y sin embargo hay que decirlo, y hay que empezar a reconocer las necesidades de los bebés, esos grandes olvidados. Y no, para un recién nacido  o para un bebé de cinco meses no es lo mismo su madre que su padreLes necesitará a ambos toda su vida, pero de formas y maneras muy diferentes, a distintos ritmos. Pero esto se quiere negar, ocultar, silenciar. Decir que el bebé necesita a su madre y quiere estar con ella es como digo lo más políticamente incorrecto que se puede decir ahora. Rompedor. Amenazante para este sistema que ha montado tremendo negocio precisamente a base de separar a los bebés de sus madres. Y sin embargo es así, los seres humanos, al principio de la vida necesitamos a la madre mucho más que al padre. Luego las cosas cambian: el rol paterno también tiene una neurobiología propia, y probablemente los padres sean necesarios e importantes para salir al mundo, tal vez sean imprescindibles, para explorar, para aprender, para que los pequeños empiecen a despegarse de la madre cuando empiezan a caminar y a hablar y salen ávidos de curiosidad al mundo cercano.
Por todo ello me declaro en contra de la propuesta de la PPiiNA, plataforma que aboga por unos permisos de maternidad y paternidad igualitarios, intransferibles y obligatorios. Les agradezco la intención: comparto profundamente su anhelo de una sociedad donde las mujeres no  nos veamos discriminadas en el mercado laboral por la posibilidad de ser madres, menos aun por serlo. Pero no creo que su propuesta sea la manera de lograrlo. Más bien creo que , como dice Patricia Merino en este texto La maternidad como cuidado, “al patriarcado no se le podía haber ocurrido un modo mejor y más simple de abundar en la devaluación de la maternidad frente a la paternidad.”
Desde la PPiiNA tachan de desequilibrio el que el permiso de maternidad actualmente dure 16 semanas y el de paternidad. Pero no, no es un desiquilibrio, es una diferencia.  Las madres gestamos, parimos y podemos amamantar, los hombres no.  Nuestro cuerpo se transforma con cada embarazo y así sigue durante meses o años. Los bebés necesitan contacto, cuerpo a cuerpo con la madre, mucha teta. A ser posible seis meses de lactancia exclusiva, y algunos años más combinada con otros alimentos. Las madres necesitamos, soñamos con, una sociedad que nos reconozca, que honre nuestra impagable función social. Es urgente. El principio materno universal es el de evitar el sufrimiento, no sólo el de nuestras criaturas, el de todos y todas.
Los hombres que desean compartir los cuidados de sus hijos ya lo están haciendo, de mil maneras, conozco muchos de ellos. Además obtienen un máximo reconocimiento social por ello, se les alaba y califica de padrazos. Con la propuesta de la PPiiNA, de llevarse a cabo, surgirían toda una serie de problemas añadidos. Si la madre no está con el padre, especialmente. Como ya está pasando con el delirante asunto (y dañino) de las custodias compartidas impuestas, ¡hay hombres que reclaman la custodia compartida desde el nacimiento! Pobres bebés.
Yo creo que si hablaramos de propuestas lo prioritario debería ser  alargar la baja maternal a seis meses, mínimo. Asi al menos podríamos mantener la lactancia exclusiva el tiempo que recomienda la OMS, UNICEF y la Asociación Española de Pediatría. Y reconocer, apoyar, flexibilizar de mil maneras para poder ir a trabajar con nuestros bebés si queremos, cuando queramos.  Ser creativos con las propuestas y soluciones. En cuanto a permiso parental, podría ser igualitario, tal vez, pero salvo las dos primeras semanas tras el nacimiento, el resto creo que tendría que ser a partir de los seis primeros meses, antes de los seis años. Que se lo pudieran coger cada vez que el bebé o niño pequeño lo necesita, cuando está malo, cuando empieza la escuela, cuando llega su hermano-a, etc…Es decir, en función de las necesidades y pasados los seis primeros meses, no antes. Sobre todo, creo que el permiso y la retribución tendrían que ser para quien cuida al bebé, incluso si es la abuela o la tía.
Seguro que me lloverán las críticas, pero, lo seguiré afirmando: ser madre y padre no es lo mismo, y todos los bebés quieren estar con sus madres o muy cerca de ellas.

jueves, 1 de febrero de 2018

Si los padres no castigamos, ¿qué hacemos?

Si los padres no castigamos, ¿qué hacemos?

Ante conductas "retadoras", como tirar o romper cosas, el psicólogo Alberto Soler recomienda transmitir cuáles son las consecuencias: "Lo que se tira se recoge y lo que se rompe se arregla o se repone" 
Todos los expertos consultados afirman que nunca se debe ignorar o abandonar a un niño ante una pataleta ni hacerle sentir rechazado o castigarle

Más allá de las acciones concretas que llevemos a cabo como educadores, el tono y el lenguaje desde el que lo hacemos no son algo anecdótico ni superfluo. Mantener la calma y el cariño incluso cuando estamos sancionando una conducta es fundamental. Se trata de mantener activos el respeto y la amabilidad en la medida de lo posible, de no perder la calma y entender, como dice García, "que como mejor aprenden los niños es con el ejemplo y que no podemos exigir algo que no somos capaces de hacer".
En este sentido, todos coinciden, por ejemplo, en que las conductas violentas no deben ser ignoradas y en la importancia de transmitir que la violencia nunca puede ser una respuesta válida; pero, para que el mensaje llegue, es fundamental no caer en actitudes violentas como apartar a nuestro hijo de un manotazo si pega a otro niño o gritarle... En opinión de García "a veces se nos olvida ser amables con nuestros hijos" y otras, que sus rabietas o sus respuestas no son algo personal sino "el reflejo de una necesidad por resolver".
Sea como sea, si no encontramos la respuesta, siempre podemos volver a la pregunta inicial. Es precisamente lo que muchas veces en las escuelas de padres se propone plantear a los más pequeños ante una conducta inadecuada: ¿De cuántas otras formas crees que puedes hacerlo? Se trata de conseguir que sea el niño el que, a través de sus propios razonamiento y el acompañamiento y refuerzo de los padres o educadores, genere alternativas positivas que sustituyan a la conducta a evitar. "El problema muchas veces es que nos centramos en una conducta concreta o en que el niño haga lo que queremos y nos olvidamos de generar alternativas desde su punto de vista", que es lo que realmente sería efectivo y valioso a largo plazo, concluye De la Hoz.

miércoles, 24 de mayo de 2017

NI EDUARD ESTIVILL NI CARLOS GONZALEZ. NO HAY DOS CORRIENTES, SÓLO UNA MENTIRA.



Hace años que vengo leyendo artículos, divulgativos y científicos que hablan de dos corrientes en la crianza de los hijos. Por una parte, está la que aquí consideramos como "crianza de toda la vida" con sus "cachetes a tiempo", destete temprano, introducción temprana de papillas y purés, sueño en solitario impuesto a la fuerza, etc. Por el otro, está un tipo de crianza llamada de múltiples maneras: crianza natural, crianza respetuosa, crianza corporal, etc., que aboga por lo que muchos consideran una vuelta a los orígenes remotos del paleolítico en el que los bebés dormían con sus padres, mamaban a demanda hasta bien entrada la niñez, empezaban a comer los alimentos de los adultos sin purés ni papillas de por medio y los niños disfrutaban de un respeto y un contacto por parte de los adultos  que hoy en día casi no se practica. Una crianza que autores como Mederith Small con su "Nuestros hijos y nosotros" o Jean Liedloff con "El concepto del continumm" pusieron encima de la mesa frente a la sociedad occidental a finales del siglo pasado, donde las normas de crianza eran dictadas por la pediatría y la psicología de finales del siglo XIX y principios del XX, ambas dominadas, entre otras cosas, por el oscuro conductismo de Skinner, Pavlov o Watson y los intereses de la industria alimentaria productora de leche artificial y alimentos infantiles. 


El caso es que estos artículos presentan la situación actual como la existencia de dos corrientes enfrentadas en la crianza de los hijos, lo que da la falsa idea de que podemos elegir entre dos alternativas al mismo nivel: puedes imponer el sueño en solitario a base de dejar llorar a tu bebé, como defiende el doctor Eduard Estivill, o puedes dejarle dormir contigo como defiende el doctor Carlos González o la psicóloga Rosa Jové (por citar a los tres más populares dentro de la literatura divulgativa para padres). Puedes amamantar a tu hijo o puedes darle biberón. Puedes llevarlo en cochecito o portearlo en portabebés. Puedes subirlo a un andador o dejar que gatee. 

Pero la situación es sutilmente diferente. La realidad es que amamantar a nuestros hijos a demanda y sin interrupción de la lactancia, llevarlos de bebés pegados a nuestros cuerpos, dormir con ellos, etc., son los comportamientos BÁSICOS de la crianza humana. Cualquier variación de ese comportamiento supondrá una situación de tensión, un estrés especialmente para la criatura, pero también para su madre y los adultos encargados de su cuidado, ya que toda nuestra fisiología evolucionó en armonía con el mismo. Este estrés podrá producir o no una respuesta tóxica, pero lo que es seguro es que influirá significativamente en el desarrollo del menor.

Los humanos, como animales racionales que desarrollamos culturas complejas, hemos ido cambiando muestro comportamiento instintivo a los largo de las generaciones, intentando ajustar la crianza de nuestros hijos a las exigencias culturales. De esta manera, actos como ponerlos a dormir en una cuna lejos de su madre, introducir la alimentación complementaria a base de papillas antes incluso de que tengan dientes, imponer horarios a en la alimentación del lactante, utilizar leche animal adaptada en lugar de leche humana, etc., fueron cambios realizados a ciegas, en la gran mayoría de ocasiones ni siquiera por el interés del niño o de su madre, sino por las exigencias económicas, sociales y religiosas del momento, diseñadas, entre otras cosas, para garantizar la supremacía del varón sobre la mujer, y el domino de una clase poderosa sobre otra sometida. Así, esa costumbre de las clases dominantes de mandar a los bebés a criarse al campo con una nodriza, lejos de su madre, ha costado la vida a miles de criaturas (y madres). Incluso sin ser tan drásticos, consejos médicos del siglo pasado como poner a los bebés a dormir en solitario en una habitación separada, o ponerlos a dormir boca abajo, ha resultado también trágicamente mortal para miles de bebés. Aunque, bajo mi punto de vista, la sustitución de la lactancia materna por la alimentación con leche animal adaptada ha sido uno de los experimentos no controlados más mortíferos de la humanidad. 

Con la consolidación en el siglo XX del método científico, seguido en los años setenta por el desarrollo de una sociología de la ciencia muy crítica con el mismo y dispuesta a superar el inocente positivismo del pasado, muchos de estos comportamientos que se creían científicamente demostrados y universalmente correctos y aplicables fueron reconocidos como productos de determinantes culturales existentes en momentos concretos, que podían o no seguir vigentes en la actualidad. Se hizo así evidente que el apoyo que recibían de los expertos era la consecuencia de una ciencia realizada bajo un importante sesgo, no siempre reconocidos por unos profesionales sumergidos en el positivismo mertoniano, según el cual la ciencia se produce con absoluta independencia de los determinantes culturales y los intereses de la sociedad que la genera. Algo que hoy sabemos que no es verdad, y diversas escuelas de sociología han definido ya distintos marcos teóricos que se ajustan a la producción científica actual con mucho más realismo que el descrito en su día por Robert King Mertón. En estos marcos teóricos se admite la influencia de los valores culturales y de los intereses económicos en la producción científica, así como la existencia de incertidumbres que no pueden ser resueltas simplemente aplicando más ciencia: todo ello lleva a cuestionar el papel del experto como única autoridad capaz de resolver las problemáticas científicas con importantes implicaciones en la salud y el bienestar de la población. 

En resumen: ahora reconocemos que muchas normas de crianza supuestamente basadas en ciencia y defendidas por médicos y psicólogos durante siglos, en realidad son producto de una ciencia mal entendida y aplicada. Por lo tanto, la llamada crianza natural, respetuosa o corporal no es una corriente que nace de la nada como alternativa a la crianza "tradicional" de nuestra sociedad, sino el producto del desarrollo de verdadera ciencia en el campo de la salud infantil. Es la consecuencia de la buena aplicación del método científico, por fin correctamente contextualizado por los conocimientos que los estudios sociales de la ciencia nos ha aportado en los últimos cincuenta años

Con palabras sencillas: es el reconocimiento de que lo que se decía que "tenía que ser así" de manera absoluta, en realidad no tiene por qué serlo, porque esa afirmación no tiene ninguna base científica

Es la liberación de unos determinantes culturales que hacían más mal que bien. Y es el reconocimiento del daño causado. 

Así que para nada son dos corrientes alternativas al mismo nivel. La crianza corporal es la consecuencia de la caída de la venda de los ojos y, por lo tanto, viene a sustituir y a liberarnos de una serie de comportamientos aberrantes y dañinos que, ahora sabemos, no tienen ninguna evidencia científica detrás

No se trata de volver al paleolítico, sino de criar a nuestros hijos teniendo presente su naturaleza humana y sus necesidades primales básicas, y ejerciendo cualquier variación del comportamiento natural desde el respaldo de una ciencia basada en la evidencia de un método científico bien aplicado, y muy consciente de sus límites y sus fortalezas. 



Buenos días, María, me gustaría puntualizar algo, con tu permiso. Luther E. Holt y Watson fueron los expertos que difundieron el desapego de forma masiva en el siglo XX.
Hay nombres y apellidos detrás de su financiación: la familia oligopolista petrolera Rockefeller. No es ninguna conspiración oculta ni secreta, está en sus biografías y sus trayectorias profesionales, accesibles y públicas. Lo que sí me parece curioso es que nunca se mencione y todavía no se conozcan estos vínculos, cuando la asociación entre desapego y crianza estilo "Rockefeller" es clara.
Y las pruebas aquí:
- Luther Emmett Holt fue el pediatra que difundió el bulo pseudocientífico de los horarios basándose en... http://www.lasinterferencias.com/2015/10/05/no-es-conspiranoia-se-llama-capitalismo-y-estado/
- El conductista Watson: http://www.lasinterferencias.com/2016/04/04/el-origen-de-los-estilos-de-crianza-actuales-2a-parte/
- Más sobre los estilos de crianza: http://www.lasinterferencias.com/2016/01/31/el-origen-de-los-estilos-de-crianza-actuales/

Un abrazo. Tania

viernes, 27 de enero de 2017

Olga Carmona en El País...

Un niño que se sabe amado y aceptado es menos vulnerable: Entrevista a Olga Carmona


Cuando los padres no son equipo: ¿qué hacer cuando hay diferencias en la forma de educar?
No se trata de tener razón, sino de poner el amor delante de la necesidad de alimentar el ego

Síndrome de la progenitora tóxica: ¿por qué mi madre no me quiere?
Es aquella que llega a la maternidad por caminos poco deseables. Lo ideal psicológicamente es poner distancia emocional y física

Mi hijo tiene altas capacidades. ¿Y ahora qué hago?
Un superdotado que no es gestionado desde lo emocional está abocado a fracasar en lo cognitivo

Los efectos en tus hijos del ‘rincón de pensar’ y otros castigos
Aislar e ignorar física y afectivamente al niño sólo logran que obedezca por miedo

La ley de los cinco regalos o cómo gestionar los obsequios esta Navidad
Vivimos en el tiempo del tener, esa variedad aceptada de discreto Síndrome de Diógenes de objetos nuevos que todos tenemos de alguna manera

“Son cosas de niños” y otras frases que usamos para no ver el acoso
Es necesaria una reflexión profunda, una revisión de los modelos en los que educamos a nuestros hijos

Lo que le puede pasar a tu hijo de mayor si no aprende a gestionar la frustración
Los niños que no toleran las desilusiones pueden convertirse en adultos "emocionalmente discapacitados". Así puedes evitarlo

El acoso escolar no es causa suficiente para que una joven se suicide
Toda conducta se explica a través de una combinación de múltiples variables y nunca de forma unicausal, pues somos seres de gran complejidad psíquica

Cómo enseñar a tu hijo a no resignarse cuando le tratan mal
La indefensión aprendida se produce cuando el niño asume que haga lo que haga, no puede cambiar la realidad que le rodea

martes, 3 de enero de 2017

5 recomendaciones de crianza que todo padre debe conocer...

5 recomendaciones de crianza que todo padre debe conocer...

Creo que la mayoría de las personas podemos estar de acuerdo en que tener a cargo a un niño es de todo menos sencillo. Muchas veces nos vemos desarmados ante sus preguntas, requerimientos y problemas. También nos puede dar temor hacer o decir algo incorrectamente y lastimarlos. Definitivamente cada día es una aventura y no hay un libro que tenga todas las respuestas las situaciones que puedan darse, pero las estrategias parentales que conozcas y utilices puede ser claves.

Primero que nada empecemos por recordar que nadie es perfecto, todos cometemos errores. En segundo lugar, no asumamos que hay que tener talentos naturales para ser padres. Las habilidades que se requieren pueden ser aprendidas.
En su libro What Great Parents Do: 75 Simple Strategies for Raising Kids Who Thrive (Qué hacen los papás excelentes: 75 estrategias simples para criar niños que prosperan), la psicóloga Erica Reischer, comparte estrategias parentales efectivas, basadas en investigaciones y en su experiencia clínica. Abajo encontrarás 5 estrategias parentales que aparecen en su libro:

Cambia tu comportamiento primero

Reischer escribe: “sos el instrumento de cambio en tu relación con tu hijo (o con cualquier otra persona). Así que si querés que tus hijos cambien, cambia vos primero. Pensá en el comportamiento específico que te gustaría que tu niño cambiara. Ahora pensá en tu propio rol, preguntate: ¿Cómo estoy contribuyendo a la situación/conducta/respuesta?”
RECORDA QUE NADIE ES PERFECTO
Por ejemplo, digamos que querés que tu hijo deje de interrumpirte. Preguntate: ¿Paro lo que estoy haciendo y me enfoco en sus cuestiones cuando me interrumpe? Porque si lo haces, prácticamente estás recompensando la conducta, por eso lo siguen haciendo.
Una vez que hayas localizado tu parte en el comportamiento problema, la autora recomienda que te concentres en cambiar la forma cómo interactuas con tus niños en relación a esta cuestión.

Empatizá con tus niños

“Empatizar puede ser la herramienta más poderosa que tienen todos los padres y siempre está disponible”, escribe Reischer. Empatizar con el niño significa ponerle atención, hacerle sentir que es escuchado, visto y entendido. Además nos ayuda a crear un ambiente seguro para expresar emociones, ya que te das cuenta de sus emociones y las validas.
No significa que necesitas cambiar la situación. Es decir que, por ejemplo podés empatizar con tu hijo, quien se siente frustrado por tener que limpiar su cuarto; pero eso no significa que lo vayas a hacer por el.
La autora da un ejemplo específico de cómo hacer esto. Como dijimos antes, su hijo está molesto por tener que limpiar su cuarto antes de irse a la casa de su amigo Juan, usted puede decir algo así: Sé que estás molesto por tener que esperar para ir a la casa de Juan. Puedo ver por qué te sentirías frustrado (reconocemos sus sentimientos). A mi tampoco me gusta cuando tengo que esperar para hacer algo que me gusta (validamos sus sentimientos).

Tomá responsabilidad por tus errores

Como dijimos al principio de este artículo, nadie es perfecto y como padre probablemente cometas muchos errores. Así aprendemos y crecemos. De acuerdo con Reischer, es muy importante tomar responsabilidad por nuestros errores y pedir disculpas. No solamente estás mostrando respeto por tus niños, si no que también los estás moldeando, al darles ejemplo de integridad. Les estás enseñando qué hacer cuando cometan errores.
EMPATIZAR CREAR UN AMBIENTE SEGURO PARA EXPRESAR EMOCIONES, YA QUE LAS RECONOCES Y VALIDAS

Ayuda a tus niños con ensayos

La práctica es clave para el aprendizaje. Es por esto que la autora sugiere realizar ensayos para practicar conductas nuevas y reducir rabietas u otros comportamientos problemáticos. Por ejemplo, si tu hijo tira cosas cuando se enoja, practiquen qué hacer cuando está calmado. Pídale que pretenda estar enojado y no arroje cosas. Asegúrese de recompensarlo por intentar y también cuando lo ve intentarlo en una situación en que en verdad este enojado, aunque solo sea un intento parcial.
La simulación puede utilizarse con otras conductas también, como ponerse el uniforme de la escuela o guardar sus juguetes cuando termina de usarlos.

Que tus acciones sean coherentes con tus valores

Probablemente hayas escuchado esto miles de veces: los niños nos observan todo el tiempo y aprenden de lo que ven. Y lo entendés muy bien, pero a veces no te das cuenta el mensaje que están enviando. Cómo cuando entre gritos y chancletas voladoras les comunicás a tus hijos que la violencia no es forma de resolver problemas.
A veces sucede en formas todavía más sutiles. Reischer nos cuenta de una familia que estaba preocupada porque su hijo se comportaba como mal perdedor cuando su equipo no ganaba. Los padres estaban sorprendidos porque ellos mismos no le daban ese ejemplo, no se molestaban si el equipo perdía y siempre le decían que ganar no era importante. Pero al conversar más con la madre acerca de las actitudes familiares hacia los deportes, ella mencionó que su esposo era fan de los Yankees y que cada vez que perdían se enojaba mucho y a veces le gritaba a la TV.
ES MUY IMPORTANTE TOMAR RESPONSABILIDAD POR NUESTROS ERRORES Y PEDIR DISCULPAS
La autora recomienda hacer una lista de 5 o 10 valores que te gustaría enseñarles a los niños (por ejemplo, compasión, honestidad, responsabilidad). Luego, por cada valor, considerá qué decís y cómo modelas estos valores. Poné atención a las formas en que tu conducta no es coherente con el mensaje deseado.
Por ejemplo, ¿les hablamos a los niños sobre la importancia del hábito de la lectura, pero miramos televisión la mayor parte de la noche?
Esperamos que estas estrategias parentales les sirvan en la aventura diaria de ser padres. Recordemos que podemos aprender y ejercitar (los niños nos dan muchas oportunidades para esto) las habilidades parentales.